lunes, 3 de enero de 2011

Empezando...

Hace mucho tiempo que quería empezar un blog, pero siempre salía con la excusa de que "estaba muy ocupada”.  Le echaba la culpa a mi absorbente trabajo y al estrés que origina vivir en una ciudad como Caracas. Hace unos meses las excusas se me acabaron: renuncié a mi trabajo, me fui del país y llevo una vida más “tranquila”.
También hace unos meses terminé de leerme las  memorias del escritor húngaro Sándor Márai. En la primera parte,  titulada “Confesiones de un burgués”, el autor  cuenta cómo desde niño “jugó a escribir” y que ya siendo un adulto joven podía estar sentado horas y horas en un café sin que nada saliera, pero siempre estaba absorbiendo y tratando de entender la realidad que lo rodeaba. A los dieciocho años publicó su primer libro de poesía y poco a poco fue forjando una carrera que a mi juicio, tardó mucho en ser reconocida. “El que necesita gritar algo, escribe” dice Márai en algún punto de su narración. Y no puedo estar más de acuerdo con esta premisa.
No quiero extenderme mucho sobre la vida de Márai, seguramente lo haré en próximas entradas, pues su obra me tiene obsesionada (Actualmente estoy leyendo “El último encuentro”). Sin embargo tengo que decir que una de las cosas que más me llamó la atención de “Confesiones de un burgués”  es que el autor tenía una relación con la escritura muy parecida a la mía, pues desde niña “jugué” a escribir.  Ojo, no me estoy comparando con él, sería insultarlo. En mi caso, lo que empezó con algunos cuentos y poemas escritos desde que tenía nueve años llegó a su ocaso con la publicación de los cuatro números de un boletín bimensual para la escuela de Ciencias Sociales en el tercer año de mi carrera universitaria.
Después de eso, hasta dejé de llevar diarios. Me “distraje” con la sociología y otros eventos personales. Me mantuve en la periferia leyendo lo que se me atravesara, haciendo una tesis de grado en la que tuve que aprender sobre literatura venezolana, yendo a eventos sobre literatura cada vez que tenía chance, aceptando un cargo como periodista (sí, leyeron bien) en una empresa de Comunicaciones Corporativas y en un proyecto que nunca vio la luz. En fin, observando desde las gradas sin participar en el juego.
Ahora que veo las cosas en retrospectiva me doy cuenta de que este proceso de “no-escritura” no tuvo que ver con mi compromiso por la sociología, las responsabilidades que pudiese tener, o el agobio del momento, sino por miedo a que mi voz no fuera lo suficientemente fuerte. Tenía la habitación propia y los recursos, pero no estaba segura de ser lo suficientemente buena  (sigo sin saberlo). Lo que sí es que tengo varias cosas que decir y creo que éste puede ser el espacio para hacerlo. Tampoco quiero seguir esperando para decirlo
¿Por qué “Talk a lot”? Porque  los que me conocen bien saben que hablo mucho. Además,  porque seguramente no voy a hablar sólo de  libros,  sino de sociología, de lo que ocurre en Venezuela, el postgrado, la última película que vi o mis músicos favoritos. Puede que este blog incluso termine convirtiéndose en varios, uno dedicado a un tema distinto. Quién sabe
El punto es que no quiero seguir en la periferia  siendo espectadora pasiva de lo que para mí ya no es un “hobbie” sino una forma de vida que respiro todos los días desde que me acuerdo: la literatura. Aunque nunca publique la “gran novela venezolana”, no quiero seguir callando.

3 comentarios:

  1. Felicidades por la iniciativa y bienvenida a la blogósfera =)

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  2. ¡Felicidades, Cris!

    Entiendo perfectamente tu situación. Cuando tenía tu edad, me la pasaba escribiendo cuentos e inventando historias. Pero conforme fui creciendo, asumiendo retos, consiguiendo empleos y demás actividades, se fue haciendo cada vez más difícil. Hoy no sé todavía si es falta de creatividad, ganas, o simplemente valentía, pero me cuesta mucho sentarme a escribir.

    Por ello, aplaudo enormemente tu decisión. Será excelente leerte por esta vía y seguro compartir y discutir muchas cosas. Desde ya lo único que te exijo es que mantengas la disciplina, porque ese es el verdadero secreto de todo buen escritor. La escritura es como un músculo, que se atrofia si no la usas y se hace cada vez más flexible y poderoso si lo empleas. Por ello, póngale Dencorub a esos dedos y destroce ese teclado que aquí estaremos "reading a lot"...

    ¡Saludos!

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